Me encanta este paseo. Lo hago una vez al año, pero me gustaría hacerlo más seguido. Desde Vespucio vengo haciendo el floreo, respiro agitada para tragar el aire de octubre y cuando llego a la reja verde, doy la vuelta entera y hago la reverencia. Saco el pañuelo blanco cuando quedan 4 casas, y me seco las lágrimas con él (a veces he usado la manga del chaleco).
Reviso los espacios entre los pastelones que he recorrido y cada año me parecen más pequeños. Comparto raros sonidos con la gata, el perro bueno y el perro celoso y luego saco una vez más el pañuelo; esta vez lo agito para decir solo palabras lindas, buenos deseos y me dirigo feliz hacia la plaza... inspiro con un gesto meloso el aire, agito la respiración otra vez y siento que el amarillo saludable, no crepúsculo, me invita a habitar los alrededores del cuadrante. Y me quedo contenta.
viva el amarillo!!!
todos amarillos!!! gatos, perros y amigos amarillos... aunq algunos se queden medio morados en el camino... al final el amarillo es contagioso y como el morado tb es contagioso, no hay por donde perderse... hasta que se pueda...
nos vemos en un rato más... llevo mi labial y mis sombtas amarillas